Nada más terminar sus estudios en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (I.I.E.C.) Carlos Saura rueda, entre mayo de 1957 y mayo de 1958, este mediometraje documental por encargo del Ayuntamiento de Cuenca. El documental muestra un honesto, sincero, aunque en ocasiones mero retrato turístico, de las tierras conquenses y de sus gentes, sin artificios ni imposturas, con sentimiento y autenticidad y al mismo tiempo con marcada frialdad.