Pepito Gasperoni regresa a Roma con el titulo de médico conseguido en Addis Abeba por recomendación de Mario, su padre, un carnicero mayorista que consigue colocar a su hijo en un hospital del seguro como favor personal. Pepito empezará colaborando en todas las prácticas posibles, provocando a partes iguales simpatías y enemistades. Cuando las enfermeras se declaran en huelga, él desempeñará todas sus funciones y, por consejo de su padre, aceptará a todos los pacientes, desencadenando así la más absoluta anarquía en el hospital.